El juego es un
medio de expresión, un instrumento de conocimiento, aprendizaje, un medio de
socialización, un regulador y compensador de la afectividad y un efectivo
instrumento de desarrollo de las estructuras del pensamiento; en una palabra,
resulta un medio esencial de organización, desarrollo y afirmación de la
personalidad.
Se trata de
una actividad vital para su desarrollo. Por lo tanto, es indispensable que los papás en primera instancia y luego los
docentes, lo fomenten y
lo compartan siempre permitiendo que el niño se exprese y de rienda suelta a su
potencial creativo, tratando de que los niños no necesiten pedir como decía la
canción de M. Elena Walsh " quiero tiempo pero no tiempo apurado, tiempo
de jugar que es el mejor, por favor me lo da suelto y no enjaulado adentro de
un despertador".
El juego inserta el deseo de conocer aprender, experimentar, con lo
cual el niño adopta una postura activa como sujeto de conocimiento. Por lo
tanto sus intereses, sus objetos, y habilidades deberán formar parte del
contexto a construir, a fin de que sea
lo más natural y conocido por él.
Cada familia, cada comunidad sostiene ideas acerca del juego que orientaron
las formas de intercambio con sus hijos, proponiendo actividades, ofreciendo
materiales, habilitando tiempos y espacios para jugar. A veces limitan su
presencia, porque se sostienen creencias que dejan establecidos que el juego es
algo que naturalmente va a surgir del interior del niño, entonces no se lo
estimula. Otras veces porque en función de algunas características del niño, se
cree que no puede jugar.
Es fundamental que la escuela se plantee qué
puede hacer para constituirse en un objeto posibilitador del desarrollo infantil, básico para el
incremento de las potencialidades, tomando al juego como instrumento de
cambio de las prácticas pedagógicas. Aprender de manera
lúdica es la mejor y más acertada forma de aprendizaje. Es primordial que las
propuestas pedagógicas tomen al juego
como elemento propulsor de aprendizajes significativos, como instancia para el trabajo colaborativo, la
socialización, la cooperación y la competencia, entendida a esta como la
posibilidad personal de superación individual, pero para ello es necesaria por parte del docente, la generación de espacios y tiempos para el
desarrollo lúdico y una intervención didáctica consciente y reflexiva.
La educación debe fomentar la alegría, la espontaneidad,
adecuar las clases a los intereses y necesidades de nuestros alumnos
promoviendo la participación activa y creadora; de ahí que los contenidos y las
actividades deben ser variados y amplios, que ofrezcan la mayor riqueza de
posibilidades, sin repeticiones mecánicas. Las actividades deben fomentar
descubrimientos nuevos y estimulantes acerca de las posibilidades de los niños,
quienes deben encontrar la oportunidad de desarrollar sus capacidades para ser
originales y creativos.
Reconocer al juego como clave para el desarrollo integral orienta la acción
educativa en el nivel inicial, es necesario diseñar propuestas que inviten y
convoquen a los chicos a jugar, que les enseñen a jugar diferentes juegos que
impliquen acciones, procesos y contenidos variados.
La presentación de propuestas de juego interesantes y la variedad de
materiales para jugar, facilitan la creación de nuevas formas de Interacción y
de combinación.
Por todo lo
expuesto este proyecto propone: enfatizar
la importancia que tiene la actividad lúdica en la vida del niño,
destacar al juego como práctica inclusiva
facilitando zonas de encuentro y producción conjunta y brindar a los
alumnos del profesorado, futuros docentes, las herramientas y vivencias
concretas en relación al juego que permitan potenciar su práctica pedagógica e
introducir a los niños por medio de una
propuesta de taller de juego, al mundo
del arte y el aprendizaje en un marco donde podrán expresarse creativamente a
través de lo corporal, crear personajes, socializarse con pares y desarrollar su imaginación.
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